miércoles, 8 de diciembre de 2010

¿Educación nacional o globalización?

22-nov-2010 Alfredo Macías Narro
Los efectos de la llamada “globalización” en el ámbito educativo son evidentes, pero antes de intentar profundizar un poco más en el tema, quizá sea conveniente precisar algunas cuestiones preliminares. Por ejemplo, que los impulsores de la tal globalización son, fundamentalmente, los países capitalistas desarrollados, o mejor dicho, son las clases dominantes y el Estado fundado y operado por éstas en sus respectivas naciones, tanto individualmente, como organizadas en grupos de poder.

Tal es el caso de los organismos financieros internacionales, como el Banco Mundial (BM) o el Fondo Monetario Internacional (FMI) que, auspiciados por los grandes capitales transnacionales, se han autoerigido en rectores de la economía mundial, sobre todo a partir de la caída de la antigua Unión Soviética y demás países socialistas que le servían como contrapeso, tanto en lo económico, como en lo político.

El "germen" de la globalidad

La visión de dominación mundial de cara al futuro (cercano y lejano) , particularmente los norteamericanos, pretenden imponer al resto de las naciones y sus sociedades (incluyendo, desde luego, las propias) ha buscado y encontrado la manera de penetrar en lo más profundo de las estructuras sociales y económicas de los países, es decir, dominando los medios de producción en lo económico y los modos de intervención social, de los que la educación es un pilar fundamental.

El conflicto entre la Unesco y la OCDE

De lo anterior se puede entender fácilmente el porqué los Estados Unidos de América determinaron abandonar hace poco tiempo a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) privándola, en consecuencia, de una importante aportación de fondos para su sostenimiento. Es importante recalcar que la Unesco reúne a cerca de doscientos países miembros.

En cambio, se ha pugnado por incorporar a cada vez más naciones en el seno de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), al que el gobierno mexicano se adhirió alegremente (en nombre de todos los mexicanos) en pos de la tan prometida como falsa “modernidad” (Carlos Salinas dixit).  
A diferencia de la Unesco, la OCDE agrupa apenas a una escasa treintena de países, pero
se asume como la máxima “autoridad” mundial no solo en materia económica sino ahora, también, en materia educativa.
Las "recomendaciones" de los organismos internacionales

Los ejemplos intervencionistas de los mencionados organismos internacionales, en lo que a educación en México se refiere, son claros y múltiples. Entre los principales se destacan los siguientes:
+ Info

    * La globalización económica
    * Hacia un "Nuevo Orden Económico Mundial"
    * Educación y telecomunicación, clave evolutiva

    * Terminar con el “monopolio” de los libros de texto gratuito. “Recomendación” del BM.
    * Considerar a la educación como un servicio, en lugar de un derecho constitucional. Visión del Gobierno Federal.
    * Imponer criterios empresariales en la educación, tales como la “Calidad”, la educación “basada en Normas de Competencia Laboral” o la “Excelencia.” Recomendación” de la OCDE.
    * Aplicar mecanismos de selectividad social en la admisión de estudiantes en los niveles medio-superior y superior. Ceneval. “Recomendación de la OCDE y el BM".
    * Implantación de programas asistencialistas (como son Progresa y Procampo), que fomentan la desigualdad y la inequidad en el acceso a la educación.
    * Puesta en marcha de un proceso de privatización disfrazado, al privilegiar a las instituciones particulares de educación, incluso en el plano político, en tanto que se estrangula a las instituciones de educación pública con un cada vez más exiguo presupuesto. “Recomendación” del BM y el FMI.
    * El listado de “recomendaciones” de los organismos de control financiero y político podría proseguir durante páginas y más páginas, pero para efectos de este pequeño trabajo, baste con recordar que México jamás ha alcanzado el porcentaje mínimo (sugerido por la Unesco) del Producto Interno Bruto (PIB) destinado al gasto en educación (ocho por ciento). Esto pone a nuestro país en una posición de clara desventaja frente a los demás miembros de la OCDE.

La estrategia injerencista

La estrategia es igualmente clara. Se privilegia a la educación tecnológica profesional terminal, no tanto por ofrecer a los jóvenes la oportunidad de acceder al mercado de trabajo (el mercado de trabajo está en franca recesión desde hace ya más de dos décadas y los pocos empleos que parecen florecer, pertenecen bien al sector informal o bien, al sector maquilador transnacional), sino a la decisión de los “cárteles” imperialistas de consolidar su monopolio hegemónico de la ciencia y el desarrollo tecnológico de los países subdesarrollados, frenando desde las raíces sus posibilidades de autodeterminación en materia educativa, particularmente en los niveles superiores.


miércoles, 24 de noviembre de 2010

Evaluar a los profesores


Por Manuel Pérez Rocha

Los gobiernos de Estados Unidos e Inglaterra promovieron un ranking de cardiólogos basado en el número de pacientes que salían adelante de sus padecimientos. Pronto vieron que, efecto de esa lista, los médicos buscaban hacerse cargo preferentemente de los casos no complicados, de modo que sus éxitos fueran más numerosos. Por supuesto, los enfermos más graves empezaron a ser desatendidos.
Lo mismo ocurre con los profesores de Estados Unidos que son premiados por los resultados de sus estudiantes en exámenes nacionales estandarizados: evitan responsabilizarse de alumnos, grupos o sectores de estudiantes con mayores necesidades o debilidades. Este es uno de los efectos perversos de llevar la competencia a espacios de servicio que deben guiarse por un principio de colaboración y garantizar mayor y mejor atención a los más necesitados.
En las últimas semanas, en México ha habido varios pronunciamientos respecto del trabajo de nuestros profesores. La OCDE generó, mediante un dadivoso contrato que le otorgó la SEP, una propuesta de acciones, la mayoría dirigidas al trabajo de los docentes, que esta secretaría asumió como "acuerdo con esa organización". Al mismo tiempo, el organismo Mexicanos Primero difundió una evaluación de la enseñanza mexicana, cuyas deficiencias atribuye de manera central a los docentes y a su sindicato; posteriormente la presidenta vitalicia del SNTE rechazó tales juicios y anunció que se establecerá un nuevo sistema de evaluación del magisterio.
No sorprende la similitud de los planteamientos respecto de los maestros mexicanos que hacen la OCDE, la SEP y la derecha mexicana con las posturas de la derecha estadunidense, la cual ha venido impulsando, durante décadas recientes, sistemas de evaluación de los profesores que han sido desastrosos para la educación de ese país. Esta no es una opinión personal, es el resultado de acuciosas investigaciones, con datos duros, analizados por los más prestigiados educadores estadunidenses.
La problemática es expuesta con todo rigor en un documento publicado recientemente por el Instituto de Políticas Económicas (EPI, por sus siglas en inglés) con sede en Washington (www.epi.org). El documento está firmado por las principales autoridades en la materia de Estados Unidos, especialistas de peso completo, todos ellos autores de múltiples libros sobre estos temas. Si se revisa la lista de firmantes queda claro que no se trata de meros ideólogos u oportunistas políticos de oposición. Estos especialistas, junto con el EPI, han promovido un movimiento que pugna por un "enfoque amplio y sólido de la educación", al cual se han sumado ya más de un centenar de académicos y educadores estadunidenses (http://www.boldapproach.org/).
Todos los interesados en este tema deberían estudiar con seriedad esas experiencias antes de aventurarse con la imposición de sistemas de evaluación de profesores que parecen de "sentido común" y se proponen como base de políticas que se impulsan como "moralmente imperiosas", por ejemplo pago por resultados, identificados éstos con los puntos logrados por los estudiantes en pruebas nacionales estandarizadas (Enlace u otras).
Concluyen esos especialistas estadunidenses que es un desatino el que en algunos estados de EU se estén promoviendo leyes que establecen evaluaciones de los maestros con base en los resultados de los estudiantes en exámenes de matemáticas y lectura –aun con el modelo del "valor agregado" (cuya explicación y análisis ameritan más espacio que el disponible)– y que con base en estas evaluaciones se tomen decisiones tales como premiar a los profesores o despedirlos. Los firmantes de ese documento expresan que no hay evidencia de que los profesores se motiven para lograr mejores aprendizajes de sus estudiantes por recibir una compensación económica, tampoco la hay de que los docentes despedidos son los más deficientes ni que vayan a ser remplazados por otros más efectivos. Aun con modelos de valor agregado construidos con bases estadísticas impensables para nuestro país, los resultados de dichas evaluaciones de los profesores estadunidenses no son, a juicio de los autores del estudio hecho público por el EPI, válidos ni confiables.
Pero las propuestas derivadas de ese estudio sí son pertinentes para nuestro país: los maestros deben ser evaluados por sus pares y supervisores competentes, con protocolos de observación sistemáticos, con criterios bien desarrollados y basados en la investigación para examinar la enseñanza, incluyendo entrevistas, observación en clase, revisión de los planes de clase y muestras de los trabajos de los estudiantes.
Por otro lado, evaluar a los estudiantes con base en los resultados de exámenes nacionales (tema que amerita varias páginas) tiene múltiples efectos perversos acerca de los cuales advierten los autores del estudio. Uno es que promueven que los maestros "enseñen para el examen", lo cual empobrece la enseñanza, advertencia que han hecho varios especialistas en nuestro país. Otra conclusión fundamental y de aplicación en nuestro medio – conocida por los educadores mexicanos desde hace muchas décadas– es que las mejores escuelas son aquellas que trabajan guiadas por el principio de la colaboración y no de la competencia, aquellas en las que todos los profesores cooperan para lograr que cada estudiante alcance el pleno desarrollo de sus potencialidades.

sábado, 20 de noviembre de 2010

La Educación que nos Trajo la reforma educativa

Los alumnos de hoy en día son prácticamente analfabetos desinteresados por dejar de serlo. Brillantes universitarios, defraudados por su profesorado al que defraudan, escriben con absoluto desprecio de la ortografía y la sintaxis (no todo lo corrigen las computadoras). Algo ha sucedido, supongo que también sociológicamente, para que los estudiantes, acaso desanimados por el desempleo, aprendan poco y mal. Las excepciones son, como siempre, a pesar de la legislación y de lo habitual. No deja de ser triste. Lo más triste».

“La Mala Educación”

Los alumnos a los que nos referimos sólo son niños de Primaria por decreto. Tienen 15 ó 16 años y estudian la Enseñanza Secundaria Obligatoria; su edad les capacita perfectamente para la comprensión y el manejo de abstractos, la expresión escrita y un razonable conocimiento de su acervo cultural que debería haberse ido adquiriendo en años precedentes.
No se han entontecido por misteriosa degeneración neuronal; son el producto lógico de la reforma, de una reforma nociva que requiere grandes medios contra sus grandes males.
Lo que la realidad nos va deparando es un progresivo desprestigio de la enseñanza pública, una absurda valoración de lo privado, una limitación cada vez mayor de las iniciativas en los centros públicos, un deterioro y un desprestigio galopante de la imagen del profesor -peor cuanto más se baje en el escalafón- con el riesgo añadido de que en un día no muy lejano, aunque moralmente ya se está haciendo, nos apliquen la ley de vagos y maleantes.
Porque el problema de fondo no se encuentra en las lagunas innegables de la reforma, ni en la falta de medios para proceder a su aplicación, ni en la penuria de los salarios, ni en el cansancio de los profesores de más edad, aburridos ya por tanto cambio... Todo eso influye, por supuesto, y mucho. Pero la dificultad del asunto radica más hondo, afecta a la sociedad en su conjunto -de la que los adolescentes no son sino un espejo bastante fiel- y mucho más en concreto, a los padres de esos chicos.

No Reprobar.

Los profesores manifiestan claras reticencias a la promoción automática de los alumnos. Informes consideran preocupante el bajo rendimiento escolar de los alumnos a lo largo de la escolaridad obligatoria. En palabras de José Luis GARCÍA GARRIDO (director del INCE), con la prolongación de la enseñanza obligatoria ha aparecido un nuevo tipo de alumno: el 'objetor escolar', es decir, el alumno de 14, 15 ó 16 años que no tiene ningún interés por estudiar, pero que, por imperativo legal, todavía debe seguir matriculado en un centro de enseñanza. Estos alumnos también suelen provocar problemas de indisciplina.
Se aprecia una aguda crisis provocada en los profesores-según el informe-sobre todo por las nuevas exigencias que la sociedad parece echar continuamente encima de los hombros de los profesores, al convertir determinados problemas sociales (droga, crisis de valores, delincuencia juvenil, etc.) en problemas educativos.
Un elevado porcentaje de profesores opina que no han sido preparados para estas funciones y que tienen importantes carencias en aspectos pedagógicos claves, como la programación y evaluación de la enseñanza, el trato con adolescentes, la organización escolar, etc.
El conocimiento real que tienen las familias de los problemas educativos es escaso. Muchos de los padres encuestados, consideran la escolarización como un bien en sí mismo y por eso, según el informe, tienden a subestimar los resultados mediocres.
Falta implicación de los padres en la continuidad escolar (sólo participa el 14 %). En este contexto no pueden extrañar los rasgos de autocomplacencia o, si se prefiere, las deficiencias de realismo que, en torno al rendimiento escolar de sus hijos, reflejan los padres y madres.
Ni tampoco las frecuentes actitudes reivindicativas manifestadas en la defensa de padres e hijos frente a profesores, actitud que demuestra también, entre otras cosas, el descenso del prestigio social del profesor. No se entiende que cuando las cifras de fracaso escolar rondan el 25 % y el 30 % a los 14 y a los 16 años, sólo el 35 % de los padres digan que sus hijos van sólo 'regular' y que únicamente el 6% de los padres admitan que sus hijos van mal. Difícilmente será posible luchar contra el fracaso escolar en una sociedad que, sencillamente, no admite su existencia, al menos en las proporciones reales.

Nuevo lenguaje

Términos y expresiones como secuenciación, actitudinal, priorización, temporalización, tutorial, tutorizar, tutorando/a (éste es monstruoso), diseño curricular, módulo formativo, transición a la vida activa, segmento de ocio o contenido transversal, que hoy dominan el panorama educativo, no pertenecen a la lengua española, sino que, cuando no son inventadas, se trata de anglicismos reprobables.
Probablemente nos hallemos ante un metalenguaje acuñado para dominar mediante el miedo a lo desconocido y para justificar disparates; una jerga que ha sido elevada a rango de ley, convirtiendo a la reforma y a sus desarrollos en una de las peores experiencias legislativas de las que se tiene noticia por su deficiente y perversa técnica jurídica. 
Respecto a su condición conculcadora del respeto que merece nuestra lengua, profanada por quienes pasan por cultos y pretenden tejer el entramado educativo del que depende la formación de generaciones enteras, me remito a las tempranas e inequívocas críticas que mereció la redacción de tan penoso texto legal.
Se usa profusamente de argumentos demagógicos de corte populista en el sentido de pretender integrar a todos en todo "sin distinción ni discriminación alguna". Ni que decir tiene que la forma de resolver los continuos brotes de indisciplina o el grave retraso general -entre otras desagradables situaciones derivadas del hecho de que convivan en la misma aula adolescentes altamente motivados, con otros a los que sólo mantiene allí la obligación- esto no se contempla en los textos.

Repercusiones sociales

Siendo tan evidente el colosal fracaso de la reforma educativa, es fácil comprobar cómo, conforme se han ido haciendo manifiestos sus estragos, ciertos defensores que antes tenía -que los hubo y en gran número- van enmudeciendo y hasta tímidamente reculando. Tal no sucede, en cambio, con las voces institucionales de cualquier signo (partidos, sindicatos, gobierno, ejecutivos autónomos...), ya se sabe que por aquello del sostenella y no enmendalla delante de los electores o de evitar ponérselo en bandeja a los adversarios políticos.
Hoy, cuando se pregunta a los militantes pro-reforma sobre el por qué de la crasa ineficacia del modelo educativo que esta ley introdujo -y que ni siquiera ha servido para "maquillar" las abultadas cifras de fracaso escolar-, éstos responden como un resorte: el error radica, según ellos, exclusivamente en quienes llevan a la práctica la reforma, ya sea la secretaria de educación , ya los docentes recalcitrantes, siempre remisos a llevar hasta sus últimas consecuencias tan innovadoras genialidades pedagógicas.

La posible perversidad intrínseca de los postulados sobre los que se erige la reforma es algo que ni siquiera estiman digno de ser tomado en serio... Otros, sin embargo, haciendo gala de una rara ecuanimidad, se muestran realistas a la hora de admitir que algo falla en lo que se presentó como una especie de revolución de terciopelo en la dilatada trayectoria de la instrucción en nuestro país (los medios de comunicación más conspicuos llegaron a calificar en grandes titulares a la presente generación de jóvenes como la más preparada de la historia de México)
Algún día estas generaciones que hoy pueblan despreocupadas las aulas de las escuelas y luego desaparecen sin pena ni gloria para dejar el sitio a otras generaciones de despreocupados adolescentes, alzarán la voz y nos demandarán a todos responsabilidades por nuestra cooperación necesaria en su fracasada instrucción y en su nula preparación.
El adolescente de hoy, integrado en el sistema público, no es más que un autómata al que hay que cuidarse mucho de hacer reflexionar. Es burdamente engañado durante todo su proceso educativo, promocionando sin esfuerzo y disipando su insustituible tiempo de aprendizaje entre asignaturas demagógicas.
Pero la reforma que alumbró la "administración progresista" ha traído consigo un efecto todavía más pernicioso y desconocido: el fin de la movilidad social.

Se ha vuelto a abrir un abismo entre las clases. Los padres de posición desahogada, cuyos hijos siguen queriendo ser médicos, ingenieros, empresarios, arquitectos, abogados, excluyen ya totalmente de sus planteamientos la enseñanza pública y acuden como moscas a la privada, favoreciéndola extraordinariamente (quisiera que Vds. supieran cómo florecen aquí los selectos centros bilingües ingleses, los institutos alemanes, los liceos franceses).
Los jóvenes de familias modestas, en cambio, que albergan las mismas inquietudes se ven forzados, cual modernos siervos de la gleba, a permanecer en esa perenne guardería, indisciplinada y carente de estímulos y contenidos, que es la escuela publica y que lleva camino a la Universidad pública.

Si yo hubiera nacido quince años después, no estaría aquí redactando estas líneas. Porque no podría. O al menos no decentemente, sino deslizando continuas impropiedades, faltas e incoherencias. Las consecuencias en mi vida social y en mi realización personal y profesional habrían sido con seguridad aún más graves.

Panorama actual

Las perspectivas para una mejora de la educación, no han variado: el panorama es pesimista. El Gobierno actual, que en un principio parecía estar dispuesto a dar algún golpecito de timón al desastroso rumbo que tomaba la reforma que había heredado, observa ahora una actitud enojosamente contemporizadora: Con todo, conviene no pasar por alto el hecho de que últimamente el Secretario de Educación, ha mostrado públicamente cierta disconformidad con el hecho de que los alumnos más motivados compartan aula con los que sólo aguantan en los centros por pura obligación.
Pero -oh paradoja- como inmediatamente apostillaba un agudo observador, la experiencia reciente enseña que cuanto más tiempo pasan nuestros escolares en el interior de los centros tanto menos saben al salir...

domingo, 14 de noviembre de 2010

Yo Profesor

Artículo de Pérez Reverte sobre la educacion en España

La semana pasada se publicó en XL Semanal un artículo de Arturo Pérez Reverte sobre educación que me parece de gran interés.
PATENTE DE CORSO, por Arturo Pérez-Reverte
Permitidme tutearos, imbéciles
Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros. Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda. Presidente de este Gobierno.
Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros –aquí matizaré ministros y ministras– de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera.
No quiero que acabe el mes sin mentaros –el tuteo es deliberado– a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía.
De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas.
De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas.
Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y vuestra cateta contumacia.
Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe Pisa , a los meapilas del Pepé les faltó tiempo para echar la culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana –que, es cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural–, pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior gobierno, el amigo Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos devastadores en el País Vasco y Cataluña.
Ahí están las reacciones oficiales, con una consejera de Educación de la Junta de Andalucía, por ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de cargarle el muerto al «retraso histórico».
O una ministra de Educación, la señora Cabrera, capaz de afirmar impávida que los datos están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad», entre ellos el de que «los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms». Con dos cojones.
Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente –recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española–. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres», aunque tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos».
la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p'alante. Pues la culpa de que ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate, descoordinación, confusión y agrafía, no la tenéis los políticos culturalmente planos. Niet.
La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco, Julián Marías o Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el franquismo: Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente me incluyo.
Qué miedo me dais algunos, rediós.
En serio. Cuánto más peligro tiene un imbécil que un malvado.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Padres contra Profesores

Según el psiquiatra Eusebio Megías, director del estudio,  los profesores “se sienten solos y maltratados, en la medida en que se les está haciendo responsables de un compromiso educativo que corresponde a todos. No se puede culpar únicamente a la escuela de las cosas que no funcionan”. En ese orden de cosas, los docentes recriminan a los progenitores una serie de actitudes altamente negativas. La primera de ellas, su injustificada exigencia: “Dejan a sus hijos por la mañana en las aulas y quieren que ya estén educados cuando les recogen por la tarde”. En segundo lugar, que no colaboran en la tarea educativa ratificando sus actuaciones: “A menudo, los padres se ponen de parte de los alumnos en contra de los maestros”. Pero también se sienten muy incómodos porque se les demanda “que eduquen en valores como el respeto, la disciplina o la solidaridad, cuando el conjunto social, empezando por la familia, cultiva el inmediatismo y el utilitarismo”.

Claro que el problema va más allá de los posibles reproches cruzados entre instituciones educativas y familia. Que los progenitores posean extensas jornadas laborales, que vivan pendiente de la hipoteca (o de autoexigencias económicas) y que no impongan en el hogar un orden claro y racional posee efectos de todo orden, como puede apreciarse en el interior de las consultas de salud mental. La psicóloga y psicoanalista Lola López Mondéjar asegura que, por diversas causas, “estamos asistiendo a la dimisión de los padres
De una parte, hay que subrayar cómo éstos se han quedado sin los códigos bajo los que se educaron: ni han podido ni han querido reproducir el modelo autoritario de educación  que recibieron, pero tampoco han sabido encontrar uno nuevo”.

En otro sentido, están en una posición ambivalente ante los límites, ya que “como no quieren ser identificados con los padres  del pasado, se sienten muy incómodos cuando han de hacer valer las normas”. Y además, como los cambios en la sociedad han retrasado la incorporación al trabajo y a la vida en pareja, “muchos padres son (o quieren ser) jóvenes todavía. Son gente que está aún construyendo su vida profesional y afectiva. Y más aún si han rehecho su relación de pareja”. 
Como resultado de este cúmulo de factores, los “padres terminan por delegar en la escuela responsabilidades educativas que les son propias”.

Hoy no voy a luchar

Hoy no voy a luchar, no habrá nada importante. 
No escribiré aquí nada trascendental. 
No habrá en mi pensamiento ningún futuro, ni tampoco pasado. 
No pensaré en mis sueños, ni lo que necesito, ni lo que deseo, ni lo que voy a hacer. 
No esperaré nada especial de este día. 
Hoy me desconectaré de todo, incluso de mí mismo. 
Sólo quiero vaciar mi mente por unas horas y descansar. 
Hoy me lo dedico a mí, sólo a mí.

Mañana será otro día.

"Siempre que creo que he tocado fondo alguien me da una pala"