miércoles, 8 de diciembre de 2010

¿Educación nacional o globalización?

22-nov-2010 Alfredo Macías Narro
Los efectos de la llamada “globalización” en el ámbito educativo son evidentes, pero antes de intentar profundizar un poco más en el tema, quizá sea conveniente precisar algunas cuestiones preliminares. Por ejemplo, que los impulsores de la tal globalización son, fundamentalmente, los países capitalistas desarrollados, o mejor dicho, son las clases dominantes y el Estado fundado y operado por éstas en sus respectivas naciones, tanto individualmente, como organizadas en grupos de poder.

Tal es el caso de los organismos financieros internacionales, como el Banco Mundial (BM) o el Fondo Monetario Internacional (FMI) que, auspiciados por los grandes capitales transnacionales, se han autoerigido en rectores de la economía mundial, sobre todo a partir de la caída de la antigua Unión Soviética y demás países socialistas que le servían como contrapeso, tanto en lo económico, como en lo político.

El "germen" de la globalidad

La visión de dominación mundial de cara al futuro (cercano y lejano) , particularmente los norteamericanos, pretenden imponer al resto de las naciones y sus sociedades (incluyendo, desde luego, las propias) ha buscado y encontrado la manera de penetrar en lo más profundo de las estructuras sociales y económicas de los países, es decir, dominando los medios de producción en lo económico y los modos de intervención social, de los que la educación es un pilar fundamental.

El conflicto entre la Unesco y la OCDE

De lo anterior se puede entender fácilmente el porqué los Estados Unidos de América determinaron abandonar hace poco tiempo a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) privándola, en consecuencia, de una importante aportación de fondos para su sostenimiento. Es importante recalcar que la Unesco reúne a cerca de doscientos países miembros.

En cambio, se ha pugnado por incorporar a cada vez más naciones en el seno de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), al que el gobierno mexicano se adhirió alegremente (en nombre de todos los mexicanos) en pos de la tan prometida como falsa “modernidad” (Carlos Salinas dixit).  
A diferencia de la Unesco, la OCDE agrupa apenas a una escasa treintena de países, pero
se asume como la máxima “autoridad” mundial no solo en materia económica sino ahora, también, en materia educativa.
Las "recomendaciones" de los organismos internacionales

Los ejemplos intervencionistas de los mencionados organismos internacionales, en lo que a educación en México se refiere, son claros y múltiples. Entre los principales se destacan los siguientes:
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    * La globalización económica
    * Hacia un "Nuevo Orden Económico Mundial"
    * Educación y telecomunicación, clave evolutiva

    * Terminar con el “monopolio” de los libros de texto gratuito. “Recomendación” del BM.
    * Considerar a la educación como un servicio, en lugar de un derecho constitucional. Visión del Gobierno Federal.
    * Imponer criterios empresariales en la educación, tales como la “Calidad”, la educación “basada en Normas de Competencia Laboral” o la “Excelencia.” Recomendación” de la OCDE.
    * Aplicar mecanismos de selectividad social en la admisión de estudiantes en los niveles medio-superior y superior. Ceneval. “Recomendación de la OCDE y el BM".
    * Implantación de programas asistencialistas (como son Progresa y Procampo), que fomentan la desigualdad y la inequidad en el acceso a la educación.
    * Puesta en marcha de un proceso de privatización disfrazado, al privilegiar a las instituciones particulares de educación, incluso en el plano político, en tanto que se estrangula a las instituciones de educación pública con un cada vez más exiguo presupuesto. “Recomendación” del BM y el FMI.
    * El listado de “recomendaciones” de los organismos de control financiero y político podría proseguir durante páginas y más páginas, pero para efectos de este pequeño trabajo, baste con recordar que México jamás ha alcanzado el porcentaje mínimo (sugerido por la Unesco) del Producto Interno Bruto (PIB) destinado al gasto en educación (ocho por ciento). Esto pone a nuestro país en una posición de clara desventaja frente a los demás miembros de la OCDE.

La estrategia injerencista

La estrategia es igualmente clara. Se privilegia a la educación tecnológica profesional terminal, no tanto por ofrecer a los jóvenes la oportunidad de acceder al mercado de trabajo (el mercado de trabajo está en franca recesión desde hace ya más de dos décadas y los pocos empleos que parecen florecer, pertenecen bien al sector informal o bien, al sector maquilador transnacional), sino a la decisión de los “cárteles” imperialistas de consolidar su monopolio hegemónico de la ciencia y el desarrollo tecnológico de los países subdesarrollados, frenando desde las raíces sus posibilidades de autodeterminación en materia educativa, particularmente en los niveles superiores.